MADRID, 31 Ago. (INFOSALUS) -
Son enzimas que se producen en las células de distintas partes del cuerpo, sobretodo en el hígado, pero también en los músculos, los riñones, el corazón o el cerebro. Su función es la de intervenir en la producción de diversos aminoácidos, las pequeñas moléculas de las proteínas que son necesarias para el desarrollo del organismo. Aunque su trabajo se realiza dentro de las células también son liberadas a la sangre.
TRANSAMINASAS
Según explica a Infosalus el doctor José Miguel Rosales Zábal, especialista en Aparato Digestivo y experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), sus niveles en sangre se pueden descubrir a través de un análisis bioquímico rutinario. Si están elevadas suele ser indicativo de algún proceso inflamatorio en el hígado (hepatitis), ya que esta inflamación destruye células hepáticas que liberan transaminasas en la sangre.
Desde un punto de vista médico es relevante la elevación de las transaminasas en la sangre por encima de los límites que marca cada laboratorio. Hay diversas enfermedades del hígado que elevan las transaminasas, como las hepatitis por virus (como la hepatitis C), autoinmunes, infecciosas, hepatitis isquémicas (por falta de riego sanguíneo al hígado), esteatosis (inflamación por acumulación de un exceso de grasa en el hígado) o la toxicidad por fármacos.
Pero existen situaciones en las que patologías en otros órganos revierten en consecuencias en el hígado como la insuficiencia cardiaca, que lleva a que se acumule la sangre en el hígado que se congestiona y se inflama. Las piedras en la vesícula también pueden ocasionar la inflamación hepática e incluso ésta puede derivar de enfermedades reumáticas.
TRANSAMINASAS ALTAS
Otros factores del estilo de vida también inciden en los niveles de transaminasa como el consumo elevado de alcohol, que destruye células del hígado y con ellas se liberan transaminasas a la sangre. A veces se puede detectar un consumo crónico de alcohol o su ingesta diaria por el aumento de una enzima específica de las células del hígado, la gamma glutamil transpeptidasa (GGT).
Ciertos productos de herboristería como las combinaciones de hierbas para adelgazar también se han asociado a un aumento de las transaminasas al producir hepatitis tóxicas.
También existen enfermedades congénitas que afectan al hígado como la hemocromatosis, que da lugar a una acumulación de hierro en este órgano, o la enfermedad de Wilson, que implica la acumulación de cobre en el hígado. En los casos más complejos, el diagnóstico requiere la realización de una biopsia de hígado.
EN EL CASO DE LOS NIÑOS, LAS TRANSAMINASAS FUNCIONAN DE IGUAL FORMA
En el caso de los niños, las transaminasas funcionan de igual forma, su elevación es frecuente en el caso de la hepatitis A, cuyos síntomas generales pueden ser los de un cuadro gripal si no hay ictericia. "Aunque la hemocromatosis y la enfermedad de Wilson son congénitas, en pocas ocasiones se diagnostican en la infancia dado que el acúmulo de hierro y/o cobre necesita tiempo para poder provocar un daño detectable. Estas enfermedades se diagnostican con más frecuencia en los adultos", apunta el doctor Rosales Zábal, especialista de la Unidad de Aparato Digestivo del Hospital Costa del Sol de Marbella.
ENCONTRAR LA CAUSA DEL DAÑO HEPÁTICO
Aunque los síntomas que se presentan están asociados a la enfermedad que ocasiona el daño hepático y una elevación de las transaminasas puede ser asintomática, la inflamación del hígado puede ocasionar malestar general y cansancio.
Cuando en los resultados de una analítica las transaminasas se encuentran en niveles elevados se vuelve a realizar el análisis, se estudia la historia clínica del paciente y se realiza un despistaje de otras enfermedades mediante análisis específicos, como serologías para detectar virus de la hepatitis del tipo A, B o C, estudios de inmunidad para la hepatitis autoinmune, etc.
Son dos los tipos más estudiados de transaminasas, la glutámico-oxalacética (GOT) y la glutamicopirúvica (GPT). La GOT es menos específica del hígado que la GPT, pues también está presente en músculo, cerebro, riñón o corazón. La GPT está en concentraciones más elevadas en el hígado que en otros tejidos, por lo que es más específica del hígado.
La combinación o predominio de unas sobre las otras orienta a los especialistas sobre la posibilidad de determinadas enfermedades. En muchas ocasiones la elevación de GOT y GPT puede orientar a un origen en el alcohol cuando el cociente entre GOT/GPT supera el valor de 2.
Se podría situar el límite superior de estas transaminasas en alrededor de 40 unidades internacionales por litro (UI/L). En el caso de una hepatitis A, por ejemplo, estos valores se pueden disparar hasta los 3.000 a 4.000 UI/L o incluso más.
HEPATITIS TÓXICA
Cualquier fármaco puede provocar una reacción tóxica aguda (hepatitis tóxica) aunque no suele tratarse de hepatitis graves. Los fármacos mencionados con más frecuencia en estos casos son los antibióticos, los antiinflamatorios o los anticonvulsivantes y el antibiótico amoxicilina-clavulánico encabeza la lista.
Aunque se desconocen sus causas, se cree que en esta hepatitis tóxica participa un factor genético que hace más susceptible a la persona y que se une a otros aspectos ambientales. La gran mayoría de las hepatitis tóxicas ocurre de forma impredecible y tomando dosis normales o terapéuticas. Es lo que se llama reacción idiosincrásica, es decir, que depende de las características específicas e independientes de cada persona.
Muy pocos de los medicamentos comercializados son capaces de provocar daño hepático al superar la dosis normal. Entre estos están el paracetamol y el ácido acetilsalicílico, entre otros.
"Existe un registro nacional de los casos de hepatitis tóxica y los fármacos más implicados son amoxicilina-clavulánico, paracetamol, antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), metrotexato, fenitoína y fármacos inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) antihipertensivos, entre otros, pero puede producirse con cualquier fármaco", señala el especialista.