MADRID, 5 Nov. (EDIZIONES) -
Afrontar la noticia de que 'algo no va bien' en el desarrollo de nuestros hijos es duro para los padres o familiares. No obstante, es algo que nos puede tocar a cualquiera. Eso sí, hay que tener clara una cosa, según destaca la neuropediatra María José Mas Salguero en una entrevista con Infosalus, los TND no son una enfermedad, sino un trastorno, por lo que no se puede curar una cosa que no es una enfermedad, y estas personas pueden llegar a vivir en normalidad.
"La persona es así, con esas características. No tiene curación pero sí existe la posibilidad de modificar nuestro entorno para que esa persona se encuentre mejor, pueda vivir mejor, incluso que muchos pueden llegar a vivir con normalidad", afirma con motivo de la publicación de su nuevo libro 'El cerebro en su laberinto. Los trastornos del neurodesarrollo' (Next Door Publishers), un manual escrito a partir de su experiencia como neuropediatra, y con el que pretende acercar más a la sociedad qué son los TND.
Según concreta, los TND son "retrasos o desviaciones del desarrollo esperado para la edad, asociados a una alteración crónica de la normal formación de los circuitos encefálicos que sucede durante su creación, progreso o maduración y que repercute en la actividad diaria del niño".
No obstante, para poder entenderlo mejor, hay que tener claro desde cuándo comienza a formarse el cerebro y cuándo pueden surgir los problemas: "El cerebro es el órgano más importante del Sistema Nervioso Central (SNC) y forma parte del encéfalo. El SNC, que no el cerebro, se forma en la cuarta semana de gestación, y hacia la semana 8 hay un rudimento de cerebro. Por tanto, se forma muy pronto".
A día de hoy, según reconoce esta especialista, se desconoce por qué surgen los TND, siendo "múltiples" sus causas. "Pueden tener origen genético, o bien por algo que haya sucedido vía intraútero. El TND es aquella conducta (acciones que hace el SNC motoras, cognitivas o comportamentales) que observamos en una persona y vemos que esa conducta no es la esperada para su edad. Es entonces cuando se puede hablar de que algo no va bien, de que puede tener lugar un trastorno. Cuando observas eso, intuimos que las estructuras cerebrales han alterado su anatomía y su función, y por eso vemos una conducta diferente a la que tenemos habitualmente", mantiene la experta.
De hecho, según prosigue, cuando se forma el cerebro se generan una serie de circuitos, de forma que si algo interrumpe ese proceso normal de formación, se altera la anatomía del cerebro, y por tanto la conducta se modifica y hay un problema. "Las causas de los TND pueden ser múltiples, y por ejemplo, pueden tener lugar porque un gen que tiene que expresar una determinada proteína no esté bien, o bien porque haya un traumatismo, una infección, o por ejemplo, que aparezca un tumor que interfiera. En la mayor parte de los casos se trata de problemas que tienen una causa genética, que en un ambiente determinado se potencia, y aparece un trastorno, y pueden darse varias causas a la vez también", apunta la neuropediatra.
Eso sí, la médico especialista en Pediatría y Neuropediatría, con máster en Neurociencia y Biología del Comportamiento, advierte de que el consenso actual deja fuera de los TND a las enfermedades que pueden considerarse netamente neurológicas, como serían las neurodegenerativas y lesivas, que causan daño detectable en el tejido nervioso, y a las que competen a la Psiquiatría.
En concreto, dice que se distinguen tres grandes grupos según los trastornos tengan una alteración genética definida, procedan de una causa ambiental conocida, o carezcan de un origen bien identificado. "Son muchas las circunstancias que pueden interferir en el neurodesarrollo y modificar la formación de los circuitos cerebrales que sustentan las funciones nerviosas. Importa más el momento del neurodesarrollo en que sucede la injerencia que su índole", valora la doctora Mas.
¿HAY ALGO QUE PODAMOS HACER PARA EVITARLO?
Según reconoce la especialista, sí hay un par de cosas que los padres, y más concretamente las madres, podemos hacer para evitar los TND: "Para evitarlo podemos mejorar la salud de la mujer antes y durante el embarazo, con el fin de eliminar aquellos factores más ambientales que puedan ser perjudiciales. Por ejemplo, si una mujer tiene una enfermedad crónica y toma un medicamento, si quiere ser madre debería acudir a su médico para mejorar su medicación, de forma que sea lo menos tóxica posible para el feto. Por no hablar de desterrar totalmente los tóxicos como el tabaco, el alcohol, o las drogas, y seguir una vida sana".
En el caso de que se trate de un problema genético y constitucional, un gen alterado que no se puede evitar, sí se puede detectar el problema lo antes posible para intentar modificar el entorno de la persona, con el objetivo de que esa persona pueda vivir mejor, afrontar mejor la situación. A su juicio, el diagnóstico temprano también permite ofrecer a los padres apoyo psicológico. De hecho, destaca que la dedicación a los prematuros ha mejorado de "forma radical" con el aumento de su supervivencia.
Aunque los factores socioeconómicos puedan pasar más desapercibidos y ser más difíciles de determinar, la doctora Mas subraya que también contribuyen de forma indisociable a los factores biológicos en el devenir del neurodesarrollo: "Los hábitos alimentarios dependen tanto de los conocimientos de la familia como de sus ingresos. Los tóxicos ambientales perjudican el sistema nervioso en crecimiento. Se ha demostrado que metales pesados como el plomo y el mercurio son agentes nocivos para el buen desarrollo neurológico".
Con todo ello, la médico especialista en Neuropediatría indica que los TND pueden detectarse en algunos casos desde la gestación, aunque no suele ser lo más habitual, mientras que otros conforme se van cumpliendo lo que se conocen como los 'hitos del desarrollo', lo que se espera que tu hijo haga a una determinada edad.
En este sentido, destaca que quien mejor conoce a un niño son sus padres, porque son quienes más tiempo pasan con ellos, y aquí es clave cualquier duda o sospecha que surja en ellos frente al desarrollo de su pequeño, y sobre el que no deben dejar de preguntar a su pediatra, en las llamadas revisiones del niño sano.
Por ejemplo, al cumplir los 6 meses de edad un signo de alarma de que algo puede no ir bien es que las piernas están siempre tensas y estiradas, no coge objetos, no busca el origen del ruido o no emite sonidos, se muestra irritable y lento para adaptarse a los cambios de rutina; mientras que a los 9 meses presente vómitos o regurgitaciones reiteradas, rechazo a la introducción de alimentos sólidos, no hace la pinza con los dedos, no parlotea; o bien al cumplir el primer año, si no gatea o se sienta sobre sus nalgas, si no dice 'mamá o 'papá', si no responde a su nombre o no señala con el índice, por ejemplo.
En última instancia, la doctora Mas recuerda que los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes entre la población española son: "El más frecuente es el TDHA 4-5% población dependiendo de cómo se valore, se detecta en edades más avanzadas, y normalmente no se alarma hasta los 5-6 años, aunque se puede detectar antes. Los trastornos del lenguaje que no son autismo se encontrarían en segundo lugar. Después, se encontrarían los trastornos del espectro autista o TEA, que los presentan en torno a un 1% de la población española, aunque no hay datos oficiales".