MADRID, 23 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (Estados Unidos) han demostrado que los supervivientes de la COVID-19, incluso los que no estaban lo suficientemente enfermos como para ser hospitalizados, tienen un mayor riesgo de muerte en los seis meses siguientes al diagnóstico del virus.
A medida que la pandemia de COVID-19 ha ido avanzando, ha quedado claro que muchos supervivientes, incluso los que tuvieron casos leves, siguen sufriendo una serie de problemas de salud mucho después de que la infección inicial debería haberse resuelto.
En su trabajo, publicado en la revista 'Nature', los investigadores también han catalogado las numerosas enfermedades asociadas a la COVID-19, proporcionando una visión general de las complicaciones a largo plazo de la enfermedad y revelando la enorme carga que esta enfermedad probablemente supondrá para la población mundial en los próximos años.
El estudio, en el que participaron más de 87.000 pacientes con COVID-19 y casi 5 millones de pacientes de control en una base de datos federal, ha evidenciado que "hasta seis meses después del diagnóstico, el riesgo de muerte tras un caso, incluso leve, de COVID-19 no es trivial y aumenta con la gravedad de la enfermedad", explica el autor principal, el doctor Ziyad Al-Aly.
"No es exagerado decir que la COVID-19 de larga duración es la próxima gran crisis sanitaria. Los efectos persistentes de esta enfermedad reverberarán durante muchos años e incluso décadas. Los médicos deben estar atentos a la hora de evaluar a las personas que han tenido COVID-19. Estos pacientes necesitarán una atención integrada y multidisciplinar", ha apuntado el investigador.
En su trabajo, los investigadores pudieron calcular la escala potencial de los problemas que se vislumbraron por primera vez a partir de relatos anecdóticos y estudios más pequeños que insinuaban los amplios efectos secundarios de sobrevivir a la COVID-19, desde problemas respiratorios y ritmos cardíacos irregulares hasta problemas de salud mental y pérdida de cabello.
Los investigadores demostraron que, tras sobrevivir a la infección inicial (más allá de los primeros 30 días de enfermedad), los supervivientes de la COVID-19 tenían un riesgo de muerte casi un 60 por ciento mayor en los seis meses siguientes en comparación con la población general.
A los seis meses, el exceso de muertes entre todos los supervivientes de COVID-19 se estimó en ocho personas por cada 1.000 pacientes. Entre los pacientes que estaban lo suficientemente enfermos como para ser hospitalizados con COVID-19 y que sobrevivieron más allá de los primeros 30 días de la enfermedad, hubo 29 muertes en exceso por cada 1.000 pacientes durante los siguientes seis meses.
Los investigadores analizaron los datos de las bases de datos nacionales de atención sanitaria del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Estados Unidos. El conjunto de datos incluía 73.435 pacientes con COVID-19 confirmada pero que no fueron hospitalizados y, a modo de comparación, casi 5 millones de pacientes que no tenían un diagnóstico de COVID-19 y no fueron hospitalizados durante este periodo de tiempo. Los veteranos del estudio eran principalmente hombres (casi el 88%), pero el gran tamaño de la muestra hizo que el estudio incluyera a 8.880 mujeres con casos confirmados.
Los investigadores confirmaron que, a pesar de ser inicialmente un virus respiratorio, la COVID-19 puede afectar a casi todos los órganos del cuerpo. Evaluando 379 diagnósticos de enfermedades posiblemente relacionadas con la COVID-19, 380 clases de medicamentos prescritos y 62 pruebas de laboratorio, los investigadores identificaron los principales problemas de salud recién diagnosticados que persistían en los pacientes con COVID-19 durante al menos seis meses y que afectaban a casi todos los órganos y sistemas reguladores del cuerpo.
En el sistema respiratorio, encontraron tos persistente, dificultad para respirar y bajos niveles de oxígeno en la sangre; en el sistema nervioso: derrame cerebral, dolores de cabeza, problemas de memoria y problemas con los sentidos del gusto y del olfato; sobre salud mental, ansiedad, depresión, problemas de sueño y abuso de sustancias.
En cuanto al metabolismo, nueva aparición de diabetes, obesidad y colesterol alto; en el sistema cardiovascular, enfermedad coronaria aguda, insuficiencia cardíaca, palpitaciones y ritmos cardíacos irregulares; en el sistema gastrointestinal: estreñimiento, diarrea y reflujo ácido; en el riñón: lesión renal aguda y enfermedad renal crónica que puede, en casos graves, requerir diálisis; también coágulos de sangre en las piernas y los pulmones; erupción cutánea y caída del cabello; dolor articular y debilidad muscular; y malestar, fatiga y anemia.
Aunque ningún superviviente sufrió todos estos problemas, muchos desarrollaron un conjunto de varios problemas que tienen un impacto significativo en la salud y la calidad de vida. Entre los pacientes hospitalizados, los que padecieron COVID-19 tuvieron una evolución considerablemente peor que los que tuvieron gripe, según el análisis. Los supervivientes de la COVID-19 tenían un riesgo de muerte un 50 por ciento mayor que los supervivientes de la gripe, con un exceso de 29 muertes por cada 1.000 pacientes a los seis meses. Los supervivientes de COVID-19 también tenían un riesgo sustancialmente mayor de sufrir problemas médicos a largo plazo.
Además, los investigadores descubrieron que los riesgos para la salud derivados de la supervivencia a la COVID-19 aumentaban con la gravedad de la enfermedad, siendo los pacientes hospitalizados que requerían cuidados intensivos los que corrían mayor riesgo de sufrir complicaciones prolongadas por la COVID-19 y de morir.