MADRID, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un pequeño estudio, presentado en EuroHeartCare - Congreso ACNAP 2021, un congreso científico de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés), ha sugerido que el tai chi tiene el potencial de reducir la depresión, la ansiedad y el estrés, además de mejorar el sueño en personas que han sufrido un ictus.
La depresión se produce en aproximadamente un tercio de los supervivientes de un ictus y está relacionada con mayores tasas de discapacidad y mortalidad. Las personas con depresión tras un ictus también suelen manifestar ansiedad, estrés y falta de sueño.
El tai chi se centra en liberar la tensión del cuerpo, incorporando la atención y las imágenes en el movimiento, aumentando la conciencia y la eficiencia de la respiración, y promoviendo la relajación general del cuerpo y la mente.
"Las intervenciones mente-cuerpo se utilizan comúnmente entre los adultos para disminuir los síntomas depresivos. La práctica del tai chi permite al individuo aquietar la mente al morar en el presente y dejar de lado las emociones negativas innecesarias, como la depresión", explica la autora del estudio, la doctora Ruth Taylor-Piliae, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos).
Este estudio examinó la viabilidad del uso del tai chi en personas con un ictus previo. Un total de 11 supervivientes de ictus que presentaban síntomas de depresión se inscribieron en el estudio. Tenían una media de 70 años y el 55 por ciento eran hombres.
Todos los supervivientes de accidentes cerebrovasculares asistieron a las clases de intervención de tai chi, tres veces por semana, durante un total de ocho semanas. La intervención se había planificado para 12 semanas, pero se acortó debido a la pandemia de COVID-19.
Cada clase consistía en un período de calentamiento de 10 minutos, 40 minutos de ejercicio de tai chi y un período de enfriamiento de 10 minutos. A los participantes se les enseñaron gradualmente 24 movimientos básicos del estilo Wu de tai chi (una media de dos movimientos nuevos por semana).
Se tomaron medidas al inicio del estudio y se repitieron tras las ocho semanas de intervención. Los síntomas de depresión, ansiedad y estrés se evaluaron mediante cuestionarios estandarizados. El sueño se evaluó durante la noche utilizando un acelerómetro triaxial, que detecta el movimiento. En concreto, los investigadores examinaron la eficiencia del sueño (porcentaje de tiempo que se pasa durmiendo), la cantidad de tiempo que se pasa despierto después de estar inicialmente dormido y el tiempo total despierto después de acostarse.
Tras ocho semanas de tai chi, los investigadores observaron reducciones significativas de los síntomas de depresión, ansiedad y estrés en comparación con el nivel inicial, junto con una mayor eficiencia del sueño, menos vigilia tras el inicio del sueño y menos tiempo despierto.
"Al principio del estudio, los participantes informaron de síntomas de depresión, ansiedad y estrés de leves a moderados. Me sorprendieron y me complacieron las mejoras que observamos en estos síntomas autodeclarados y en el sueño con sólo una intervención de ocho semanas", apunta la doctora Taylor-Piliae.
Los investigadores también tomaron muestras de sangre al inicio y a las ocho semanas para medir los marcadores de estrés oxidativo e inflamación, que ya se habían asociado a la depresión tras el ictus. Encontraron una menor actividad del marcador de estrés oxidativo después de la intervención, pero no hubo cambios significativos en ninguno de los marcadores inflamatorios.
"Los resultados de este estudio de viabilidad deben interpretarse con precaución debido al pequeño tamaño de la muestra y a la falta de un grupo de control. Se necesita más investigación antes de poder hacer recomendaciones sobre el tai chi para las personas que han sufrido un ictus. Esperamos hacer un ensayo aleatorio con una intervención de tai chi de 12 semanas en un grupo más amplio de pacientes", concluye la autora.