MADRID, 11 Abr. (EDIZIONES) -
Cuando un bebé nace en la familia generalmente los padres se cercioran en muchas ocasiones de que todo esté impoluto, siempre limpio y reluciente, de que la mascota no ronde al más pequeño de la casa; pero sin ir más lejos esto puede llegar a ser contraproducente para su salud y para el desarrollo de su sistema inmunitario.
Entrevistamos en Infosalus sobre este asunto al inmunólogo, microbiólogo y vacunólogo Fernando Fariñas, director del Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas (Málaga) y presidente de la Asociación Española Ynmun para el estudio de las enfermedades infecciosas e inmunológicas, quien precisamente acaba de publicar con la editorial Guadalmazán un libro titulado 'Inmunología infantil', en el que trata estos aspectos.
Así, quiere desterrar la idea clásica de que debemos tener todo impoluto, reluciente, sin bacterias, en las zonas donde convivan los bebés y los niños más pequeños. "Ahora ya se ha demostrado que esto no es bueno, y de hecho se dice que hoy día una de las causas que podría estar detrás de que hayan aumentado de forma patente las enfermedades autoinmunes, alérgicas, o incluso algunos cánceres en general, es porque hemos perdido biodiversidad, cantidad y calidad de estos microorganismos que viven con nosotros, por lo que son súper importantes", defiende.
El también profesor honorario del departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga recuerda que convivimos desde hace miles de años con los microbios, quienes precisamente tienen un montón de funciones distintas e imprescindibles para nosotros, como por ejemplo de protección frente a otras bacterias patógenas que puedan producirnos enfermedad; o bien la función de ayudar en la digestión y en la absorción de nutrientes y de minerales; o por ejemplo funciones incluso metabólicas o neurológicas.
"Se sabe que algunas poblaciones de estos microbios pueden producir neurotransmisores. Hoy los psiquiatras hablan del uso de psicobióticos, que es usar ciertas especies bacterianas, capaces de crear neurotransmisores, y que pueden tener un impacto positivo en enfermedades como la ansiedad, el estrés, y la depresión. Pero lo más importante es que esa microbiota o conjunto de microorganismos sea capaz de desarrollar un sistema inmunitario capaz de combatir los desafíos externos e internos. Hoy sabemos que sin estos microorganismos que viven con nosotros, el sistema inmunitario no se desarrolla en condiciones", destaca este especialista.
¿QUÉ PASA CON LAS MASCOTAS?
Por otro lado, el doctor Fariñas indica que el hecho de tener mascotas, según han constatado diversos trabajos científicos, reduce "considerablemente" la posibilidad de desarrollar una enfermedad de tipo inmunomediado, aunque después haya niños que nacen con esa susceptibilidad a tener alergias, por ejemplo al pelo de gato.
"Muchos trabajos ratifican que con mascota estamos más expuestos a la microbiota del animal y esto genera una mejor regulación del sistema inmunitario humano", subraya, aunque advierte de que hay gente que 'se pasa' en cuanto a su interacción con los animales, como por ejemplo dándoles un beso.
"Los animales tienen su propia microbiota y, por ejemplo, los gatos o los perros tienen en la boca microorganismos potencialmente patógenos para personas inmunocomprometidas. Por tanto, el contacto con una mascota en casa en gente sana es absolutamente saludable, desde el punto de vista ya no solo de la exposición al microorganismo, sino que también se ha observado que el bienestar psicológico que produce la mascota influye también en beneficio del sistema inmunitario", remarca.
Eso sí, este inmunólogo insiste en que si hay personas inmunodeprimidas en el entorno familiar hay que tener cierto cuidado en las interacciones con los animales, quienes deben estar provistos de los mejores cuidados veterinarios.
"Cuando un niño se cría con un animal, siempre y cuando respetemos las reglas de interacción humano-animal, siempre será muy positivo; salvo en los casos raros donde el niño desarrolla algún tipo de alergia severa a componentes del animal, como por ejemplo a sus escamas o al pelo, donde hay que deshacerse entonces de la mascota", insiste.
EL TRIANGULO INFECCIÓN, NUTRICIÓN E INMUNIDAD
La nutrición tiene un "efecto brutal", sobre todo en los sistemas y órganos del ser humano, y sobre nuestra salud en general, según prosigue este experto, y a nivel de sistema inmunitario dice que se ha visto que las infecciones, la nutrición y la inmunidad componen un "triángulo perfecto", en el sentido de que la desnutrición o malnutrición, así como la sobrenutrición (sobrealimentación o obesidad) desde el otro lado influyen en la capacidad inmunitaria de la persona.
"Los niños malnutridos presentan inmunodeficiencia, que puede ir de leve a moderada a grave. De hecho, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida nutricional es debido a una desnutrición grave", apostilla.
De esta forma, explica el doctor, cuanto más malnutrido esté el menor, mayor inmunodeficiencia presentará, o mayor falta de defensas, y con ello, cuantas menos defensas tenga por esa malnutrición o desnutrición severa, el menor responderá peor a las infecciones y a ciertas vacunas. "La desnutrición va ligada a un proceso de inmunodepresión y eleva de forma muy significativa la morbilidad, así como la mortalidad infantil", insiste.
Por otro lado, este especialista critica que siempre se haya considerado que un niño obeso o gordito esté más sano que otro que no lo es, si bien afirma que esta situación no es la correcta porque la obesidad produce alteraciones inmunitarias, basadas en una falta de respuesta a ciertas infecciones de forma más frecuente, así como a una falta de respuesta a ciertas vacunas, además de una posibilidad de incrementar el desarrollo de enfermedades autoinmunes o inflamatorias y cáncer.
"La obesidad va ligada a la inflamación crónica de bajo grado o silenciosa, y el sistema inmunitario de una persona obesa comparte muchas alteraciones con las que presenta el de una persona mayor. Por tanto, tanto la malnutrición, que comporta todos estos cambios, como la obesidad en niños pueden inducir estos cambios a nivel inmunitario", remarca Fariñas.
¿POR QUÉ LOS BEBÉS ESTÁN CONSTANTEMENTE ENFERMOS?
En última instancia, preguntado sobre por qué los menores están frecuentemente enfermos, el doctor reseña que esto es debido a que nacen con un sistema inmune que se tiene que entrenar, que es inexperto: "Hoy sabemos que para que estos niños vayan madurándolo deben estar expuestos constantemente a la acción del medio ambiente (alérgenos, virus, bacterias, o lo que comen, por ejemplo), y a través de esa interacción el niño experimenta esos encuentros antigénicos y construye su 'inmunobiografía', es decir, su propio sistema inmunitario va madurando en base a todos esos encuentros con los microorganismos".
En este contexto, resalta que por que un menor presente de 8 a 10 infecciones respiratorias al año no es sinónimo de que presente una enfermedad grave o falta de defensas, sino que "por esa falta de experiencia hay que pagar un peaje y este es ponerse malito cada dos por tres".
En último lugar, el doctor Fariñas reitera la importancia de que los menores realicen deporte, ejercicio físico; mantengan una buena nutrición; así como un buen nivel de vacunación; aparte de la interacción social con otras personas, con otros niños, "ya que los niños que se sienten solos desde el punto de vista inmunitario funcionan peor"; aparte de controlar el estrés. "Todo ello interviene de forma muy positiva en el entrenamiento inmunitario de los menores", afianza el experto.