MADRID, 3 Dic. (EDIZIONES) -
El riesgo de desarrollar demencia más adelante en la vida está estrechamente relacionado con la capacidad cognitiva de una persona, sus limitaciones funcionales y su salud física hasta 20 años antes de la aparición de la enfermedad, según un nuevo informe de la organización sin ánimo de lucro y laboratorio de ideas RAND (Estados Unidos).
Una nueva investigación relacionada descubrió que la detección temprana del deterioro cognitivo ayuda a las personas a tomar medidas de mitigación para prepararse para una futura pérdida de independencia financiera y física. Si bien actualmente la aceptación de pruebas cognitivas por parte de los adultos mayores es baja, investigaciones adicionales encontraron que el uso de pruebas cognitivas aumentaría si fueran gratuitas y de fácil acceso, y con el desarrollo de mejores tratamientos.
Los investigadores de RAND realizaron tres estudios para comprender quiénes corren mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo, cómo aumentar la aceptación de las pruebas cognitivas por parte de los adultos mayores y cómo alentar a las personas en riesgo a seguir recibiendo atención para la salud cerebral.
El primer estudio utilizó datos de mediciones de cognición y demencia del Estudio de Salud y Jubilación para detectar un riesgo elevado de demencia años antes de su aparición. El estudio es una muestra representativa a nivel nacional de unos 20.000 adultos mayores y sus familias en los EEUU que se lleva realizando desde 1992. Factores de estilo de vida como la falta de ejercicio, la obesidad y no tener pasatiempos a los 60 años fueron predictores de quién desarrollaría demencia, según el análisis que examinó 181 factores de riesgo potenciales para ver cuáles estaban más asociados con el desarrollo de demencia.
Además de los factores relacionados con el estilo de vida, los investigadores encontraron asociaciones regionales con la demencia. Las personas nacidas en el sur enfrentan probabilidades estadísticamente significativamente mayores de desarrollar demencia, incluso cuando se controlan muchos otros factores.
Aunque las personas negras, hispanas y de bajos ingresos tenían un mayor riesgo de desarrollar demencia, la raza y la etnia no fueron factores de riesgo después de controlar la educación y los ingresos. La salud de los padres, el tamaño de la familia y los antecedentes matrimoniales no fueron predictores sólidos de demencia.
"Este trabajo aporta más pruebas sobre las medidas que pueden adoptar las personas para llevar un estilo de vida que fomente la salud cerebral a lo largo de su vida", explica Peter Hudomiet, autor principal del informe y economista sénior de RAND, una organización de investigación sin ánimo de lucro. "Comprender los factores de riesgo puede permitir a los proveedores de atención sanitaria y a los responsables de las políticas identificar los grupos de mayor riesgo para poder destinar recursos a retrasar el deterioro cognitivo o abordar sus efectos".
Para entender mejor lo que hacen las personas cuando se enteran de un posible deterioro cognitivo, un segundo estudio examinó la relación entre el estado cognitivo de las personas, las medidas de mitigación que tomaron para prepararse para los efectos del deterioro cognitivo y cómo les fue posteriormente. Este análisis también utilizó información del Estudio de Salud y Jubilación. Así, los investigadores descubrieron que las personas que recibieron un nuevo diagnóstico de demencia tenían más probabilidades de tomar medidas: el 25 % buscó ayuda financiera de sus hijos, en comparación con solo el 2 % de los encuestados sin diagnóstico.
Incluso antes de recibir un diagnóstico médico, las personas identificadas como portadoras de demencia según las mediciones de la encuesta tenían muchas más probabilidades de recibir ayuda financiera (29 % frente al 2 % entre quienes no padecían demencia).
Este hallazgo sugiere que muchas personas se dan cuenta de que tienen un problema cognitivo y toman medidas antes de recibir un diagnóstico clínico. "Cuando las personas reciben un diagnóstico de demencia, es más probable que tomen medidas como establecer un testamento vital o un poder notarial o mudarse a la casa de un hijo adulto para recibir ayuda y reducir las responsabilidades financieras", dijo Michael D. Hurd, autor principal del estudio y economista principal.
¿TE HARÍAS UNA PRUEBA GRATUITA?
En un tercer estudio, los investigadores encuestaron a una muestra representativa de estadounidenses utilizando el RAND American Life Panel y descubrieron que los costos de bolsillo eran la barrera más fuerte para buscar evaluaciones cognitivas, citas de seguimiento y tratamientos para la demencia. Si las pruebas fueran gratuitas, el 80% de los encuestados afirmó que se sometería a una evaluación cognitiva y el 77% a una prueba de detección temprana del Alzheimer. Sin embargo, si las pruebas costaran 300 dólares, el porcentaje de personas dispuestas a someterse a ellas se redujo aproximadamente a la mitad.
Los encuestados indicaron que se sentirían más obligados a buscar atención médica si ello les permitiera recibir un mejor tratamiento. Alrededor del 60% dijo que optaría por una terapia modificadora de la enfermedad si les ayudara a mantener su independencia durante tres años más.
"Ampliar el uso de las evaluaciones cognitivas es una estrategia importante para identificar a los pacientes que pueden beneficiarse de los tratamientos actuales y futuros para el Alzheimer y las demencias relacionadas", finaliza Susann Rohwedder, autora principal del tercer informe y economista sénior de RAND. "Las evaluaciones proporcionaron a las personas información que puede facilitar la adopción de medidas para prepararse para el futuro".
FACTORES RELACIONADOS CON UN MAYOR RIESGO DE DESARROLLAR DEMENCIA
Factores de estilo de vida:
Falta de ejercicio físico.
Obesidad.
Ausencia de pasatiempos o actividades de ocio a los 60 años.
Factores regionales:
Lugar de nacimiento: Las personas nacidas en el sur de Estados Unidos tenían mayores probabilidades de desarrollar demencia, incluso controlando otros factores.
Factores económicos y educativos:
Bajo nivel educativo.
Ingresos bajos: Aunque se identificó una mayor incidencia en personas negras e hispanas, los investigadores concluyeron que las diferencias raciales y étnicas están asociadas principalmente a la educación y los ingresos, no a la raza en sí.
Factores no asociados:
El estudio descartó otros posibles predictores, como:
Salud de los padres.
Tamaño de la familia.
Antecedentes matrimoniales.