MADRID, 25 Mar. (EDIZIONES) -
La optometría comportamental es una disciplina que evalúa el procesamiento de la información visual y las habilidades visuales que pueden ocasionar una interferencia en el proceso de aprendizaje del niño, algo que le afecta hasta el punto de no poder expresar en el papel su potencial intelectual o alterando su calidad de vida.
Según explica a Infosalus Elisa Aribau, expresidenta de la Sociedad Internacional de Optometría del Desarrollo y del Comportamiento (SIODEC), la visión es un proceso neurológico en el que están implicadas hasta 35 áreas cerebrales. La optometría comportamental estudia el procesamiento visual y cómo se recupera a nivel cerebral la información visual.
“Estudiamos cómo se mueven los ojos, la sinergia entre ellos, cómo se realiza el enfoque, cómo se produce la percepción visual o si la lateralidad se ha desarrollado de forma adecuada”, explica Aribau, especialista en Optometría Comportamental y del Desarrollo.
Cuando existe una disfunción visual y las pruebas oftalmológicas indicadas muestran que la estructura visual está sana, Aribau apunta que el acento debe ponerse en la función visual. La optometría comportamental no se ocupa de las patologías sino de las disfunciones visuales que ocasionan problemas de aprendizaje, traumatismos cerebrales derivados de accidentes pero también problemas de estrabismo, ambliopía, problemas de desarrollo y lateralidad o visión doble (dipoplía).
En la optometría comportamental se realizan ejercicios a nivel motor y sensorial, se trabaja con las vías de entrada visual y auditiva así como en su procesamiento, para que tenga una correcta respuesta en las vías de salida. Para mejorar el funcionamiento visual se trabaja en el campo de los movimientos oculares, el enfoque, la acomodación o la visión en tres dimensiones.
Entre las herramientas empleadas se encuentra la fototerapia Syntonic que consiste en la aplicación de luz a través de unos filtros coloreados con unas frecuencias específicas según el problema visual a tratar.
LATERALIDAD CRUZADA: ATENCIÓN Y CONCENTRACIÓN AFECTADAS
La maduración neurológica de los mecanismos motores de la visión se desarrolla entre los 0 y los 6 años y está muy asociada al desarrollo de la psicomotricidad. La evaluación del niño deber realizarse entendiéndolo como una unidad, así se evalúan las vías de entrada de la información: lectura, equilibrio, lenguaje y cómo se combinan con el área visual motora. Se evalúan de este modo la vía visual, auditiva y motora, cómo entra la información, cómo se procesa y cómo se transforma en conducta.
“Por ejemplo, las disfunciones binoculares no son estrabismos, los dos ojos no se alinean en el mismo punto y se produce dolor de cabeza o visión doble. Problemas en la atención y concentración pueden deberse a que los problemas de convergencia de los ojos en la hoja de papel hacen que el niño no pueda trabajar como debiera”, señala Aribau.
La especialista señala que hay niños que creen que ver doble es natural porque no tienen otro punto de referencia. “El 70% de información que reciben los niños en la escuela es visual, el diagnóstico de problemas de atención puede en realidad estar asociado con una insuficiencia de convergencia entre los ojos”, apunta.
Los síntomas que presentan los niños pueden ser parecidos a la dislexia y tienen que ver con la falta de desarrollo de la lateralidad, la preferencia en el uso por el lado derecho o izquierdo del cuerpo que establece un modo de funcionamiento coordinado de ambos hemisferios cerebrales del cerebro. La lateralidad es un proceso madurativo del sistema nervioso que dota al niño de unas referencias de espacio y direccionalidad para procesar la lectura con el mínimo consumo energético.
La lateralidad cruzada se produce cuando, por ejemplo, somos diestros con la mano o la pierna pero nuestro ojo director es el izquierdo. Esto da lugar a dificultades en la lectura y escritura ya que se presentan fenómenos como la inversión de las letras (q por p). “Hacia los 6 años esta capacidad del hemisferio izquierdo y derecho de trabajar en sintonía coordinados se debe haber desarrollado por la maduración neurógica natural”, explica Aribau.
En niños que tienen alguna disfunción o inmadurez neurológica se puede corregir de forma definitiva al conseguir que coincida la convergencia de los ojos. En los adultos las disfunciones pueden deberse a secuelas de accidentes de tráfico, traumatismos cerebrales u originar fatigas visuales (astenopias) que dan lugar a que tras solo 10 minutos de trabajo duela la cabeza, se vea doble o lloren los ojos.
UN MUNDO QUE TRABAJA DE CERCA
En niños y adultos se pueden producir estas disfunciones visuales debido a que los ojos están sometidos de forma constante a trabajar de cerca durante muchas horas. “Se nos ha olvidado mirar al infinito y relajar los ojos como hacían los prehistóricos para practicar la caza, lo que explicaba que necesitaran una mayor agudeza visual que el humano moderno. Somos en la actualidad más miopes, tenemos más problemas visuales y más astenopias. Los niños no hacen tanto ejercicio ni vida al aire libre y no practican la visión de lejos tanto como debieran”, afirma Aribau.
La especialista señala que es importante trasladar a los padres la importancia del desarrollo motor para la prevención de problemas de psicomotricidad y que esto se traduzca en actividades desde la escuela a través de la incorporación de circuitos de prevención preescolar que trabajen la lateralidad, la psicomotricidad y con ello promuevan la maduración del cerebro y se prevengan problemas visuales.
“La madurez del sistema nervioso está asociado con el desarrollo motor, no se deja a los niños explorar el suelo, los árboles, su psicomotricidad, nacen ya con la tablet en la mano. Los bebés tienen que gatear y necesitan de movimiento ya que el desarrollo de la psicomotricidad es básico para prevenir problemas y esto requiere más divulgación. Los niños tienen que pasar más tiempo en el suelo, que gateen, se arrastren, así se activan las vías cruzadas a nivel visual, auditivo, etc.”, concluye Aribau.