Este es el tiempo que los beneficios del sueño o el ejercicio pueden permanecer en el cerebro

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MADRID 9 Oct. (EUROPA PRESS) -

En un estudio longitudinal poco común, investigadores de la Universidad Aalto y la Universidad de Oulu (ambas en Finlandia) rastrearon el cerebro y la actividad conductual de una persona durante cinco meses utilizando escáneres cerebrales y datos de dispositivos portátiles y teléfonos inteligentes. Así, según se publica en 'PLOS Biology' se descubrió que los efectos cotidianos del sueño, el ejercicio, la frecuencia cardíaca y el estado de ánimo, tanto buenos como malos, podrían permanecer en nuestro cerebro durante más de dos semanas.

"Queríamos ir más allá de los acontecimientos aislados", justifica la investigadora principal, Ana Triana. "Nuestro comportamiento y nuestros estados mentales están constantemente condicionados por nuestro entorno y nuestras experiencias. Sin embargo, sabemos poco sobre la respuesta de la conectividad funcional cerebral a los cambios ambientales, fisiológicos y conductuales en diferentes escalas de tiempo, desde días hasta meses".

El estudio descubrió que nuestros cerebros no responden a la vida diaria en ráfagas aisladas e inmediatas, sino que la actividad cerebral evoluciona en respuesta a los patrones de sueño, la actividad física, el estado de ánimo y la frecuencia respiratoria a lo largo de muchos días. Esto sugiere que incluso un entrenamiento o una noche de insomnio de la semana pasada podrían afectar a su cerebro (y, por lo tanto, a su atención, cognición y memoria) hasta bien entrada la semana siguiente.

La investigación también reveló un fuerte vínculo entre la variabilidad de la frecuencia cardíaca (una medida de la adaptabilidad del corazón) y la conectividad cerebral, en particular durante el descanso. Esto sugiere que los impactos en la respuesta de relajación de nuestro cuerpo, como las técnicas de manejo del estrés, podrían dar forma al cableado de nuestro cerebro incluso cuando no estamos concentrados activamente en una tarea. También se descubrió que la actividad física influye positivamente en la forma en que interactúan las regiones cerebrales, lo que podría afectar la memoria y la flexibilidad cognitiva. Incluso los cambios sutiles en el estado de ánimo y la frecuencia cardíaca dejaron huellas duraderas durante hasta quince días.

La investigación es inusual, ya que pocos estudios cerebrales implican un seguimiento detallado durante días y semanas. "El uso de tecnología portátil fue crucial", dice Triana. "Los escáneres cerebrales son herramientas útiles, pero una fotografía de alguien que permanece acostado sin moverse durante media hora solo puede revelar cierta información. Nuestros cerebros no funcionan de forma aislada".

Triana fue la propia protagonista de la investigación, a la que se le hizo un seguimiento mientras realizaba su vida diaria. Su papel singular como autora principal y participante del estudio añadió complejidad, pero también aportó conocimientos de primera mano sobre la mejor manera de mantener la integridad de la investigación a lo largo de varios meses de recopilación de datos personalizados.

"Al principio era emocionante y un poco estresante. Luego, la rutina se instala y te olvidas", cuenta Triana. Los datos de los dispositivos y los escáneres cerebrales dos veces por semana se complementaron con datos cualitativos de encuestas sobre el estado de ánimo.

Los investigadores identificaron dos patrones de respuesta distintos: una onda de corto plazo que dura menos de siete días y una onda de largo plazo que dura hasta quince días. La primera refleja adaptaciones rápidas, como la forma en que la concentración se ve afectada por la falta de sueño, pero se recupera rápidamente. La onda larga sugiere efectos más graduales y duraderos, en particular en áreas vinculadas con la atención y la memoria.

Los estudios sobre un solo tema ofrecen oportunidades para mejorar la atención de la salud menta. Los investigadores esperan que su enfoque innovador inspire futuros estudios que combinen datos cerebrales con la vida cotidiana para ayudar a personalizar el tratamiento de la salud mental.

"Debemos llevar los datos de la vida diaria al laboratorio para ver el panorama completo de cómo nuestros hábitos moldean el cerebro, pero las encuestas pueden ser agotadoras e imprecisas", afirma el coautor del estudio, el neurocientífico y médico Nick Hayward . "La combinación de la fisiología simultánea con escáneres cerebrales repetidos en una persona es crucial. Nuestro enfoque proporciona contexto a la neurociencia y proporciona detalles muy precisos para nuestra comprensión del cerebro".

El estudio también es una prueba de concepto para la investigación con pacientes. El seguimiento de los cambios cerebrales en tiempo real podría ayudar a detectar trastornos neurológicos de forma temprana, especialmente trastornos de salud mental en los que podrían pasarse por alto signos sutiles. "Vincular la actividad cerebral con datos fisiológicos y ambientales podría revolucionar la atención médica personalizada, abriendo puertas a intervenciones más tempranas y mejores resultados", finaliza Triana.

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