MADRID, 11 Dic. (EDIZIONES) -
Es normal y lícito que tengamos miedo a enfermar de la COVID-19; bueno, a enfermar en general. Todas las emociones son lícitas, no están sometidas a juicio. Todos vivimos todas las emociones, y vivirlas no es malo, sino natural y adaptativo.
Así lo defiende en una entrevista con Infosalus la psicóloga sanitaria Silvia González del Valle, miembro de la Clínica de Psicología 'En equilibrio Mental' de Madrid, quien aclara también que "las emociones son reacciones del organismo ante la interpretación de una situación determinada".
Dado que el miedo tiene la función de ponernos en alerta frente a la percepción de un peligro o una amenaza, y hace que el cuerpo se prepare para huir o escapar, es normal que tengamos miedo frente a la COVID-19, según considera, "una enfermedad nueva, desconocida, de la que tenemos pocos estudios de cómo afecta a los seres humanos, o de cómo se transmite o si deja secuelas a largo plazo".
Lo que sabemos de la COVID-19 lo vamos descubriendo a medida que estamos conviviendo con ella, según recuerda la también neuropsicóloga, y a medida que se van teniendo más datos. "Esto significa que estamos ante algo incierto, desconocido e impredecible, por lo que la sensación de peligrosidad aumenta", incide.
Además, subraya que el miedo a enfermar es una reacción normal, de supervivencia, sobre todo en momentos como éste que estamos viviendo una pandemia y, como pasa con cualquier miedo, siendo los síntomas principales: Aceleración del ritmo cardíaco, dificultad para coger aire, hiperventilar, sudoración, molestias en el estómago, o sensación de nudo en el estómago, dificultades para dormir, así como dificultades para concentrarse y para estar relajado.
"En el miedo a enfermar por COVID-19, estos síntomas aparecerán cuando estemos pensando en algo relacionado con la infección, o cuando estemos en alguna situación donde sea posible contraer la enfermedad", agrega.
González del Valle cree también que, como sucede en cualquier miedo, la evitación y la huida van a estar muy presentes: "En el caso del miedo a enfermar por la COVID-19 se pueden mostrar estas reacciones de evitación o de huida de lugares públicos, bares, restaurantes, cines, situaciones sociales, o medios de transporte, entre otros".
Por todo ello, alerta de que las consecuencias de este miedo extremo a enfermar podrían ir desde el aislamiento, a la pérdida de amistades, a la pérdida de rutinas y de placer en las actividades que antes nos gustaban hacer. "Esto conllevaría a un descenso significativo del estado de ánimo, y a medida que vamos limitando las actividades y cediendo al miedo, a un aumento de síntomas de ansiedad y preocupaciones, así como dificultad para dormir o estar relajados, o dificultades de concentración", subraya.
Así, la experta de la Clínica de Psicología 'En equilibrio Mental' de Madrid destaca que deberíamos consultar con un especialista si nuestra vida empezase a girar en torno a este miedo, y si además tuviéramos un deterioro en nuestras áreas sociales, laborales o personales. "También si presentáramos niveles de ansiedad muy elevados y con gran frecuencia en nuestro día a día, incluso ataques de pánico ante la posibilidad de contraer la enfermedad", apostilla.
Partiendo de la idea de que el miedo es sano porque nos permite protegernos de los peligros que detectamos, y tener el control de las situaciones, la psicóloga sanitaria subraya que no se trata de no tener miedo, sino de saber que hay un peligro y tomar las precauciones necesarias para mantenernos a salvo, sin perder nuestra forma de vida. "Por desgracia, nadie está a salvo de enfermar, ni de COVID-19, ni de otras patologías, pero igual que no dejamos de conducir por el miedo a tener un accidente, no podemos dejar de vivir por el miedo a enfermar", advierte.
Como cualquier fobia, la neuropsicóloga mantiene que el miedo extremo a enfermar lo vamos a poder trabajar desde el conocimiento de cómo se trabajan los problemas de ansiedad: "Se puede trabajar a nivel cognitivo, empleando estrategias de cambios de pensamientos identificando los pensamientos irracionales relacionados con la enfermedad y generando otros alternativos; a nivel fisiológico, potenciando las técnicas de relajación para disminuir el estado de nerviosismo general; y sobre todo, exponiéndonos a aquellas situaciones que nos están generando tantísima angustia, tanto en imaginación como en vivo".
PAUTAS PARA NUESTRO DÍA A DÍA, PORQUE TODOS TENEMOS MIEDO A ENFERMAR
Si nos notamos más preocupados por nuestra salud que de costumbre, si nos cuesta concentrarnos en otra cosa que no sea la COVID-19, si hemos dejado de prestar atención a otras áreas de nuestra vida, la psicóloga sanitaria Silvia González del Valle aconseja la puesta en marcha de las siguientes estrategias:
.- Buscar información clara y veraz y de fuentes oficiales.
.- No abusar de las noticias, o restringir su uso a una vez diarias, porque aunque creemos que mantenernos informados da sensación de control, al estar tan expuestos a noticias desagradables, genera más sensación de vulnerabilidad.
.-Preguntar al médico en caso de síntomas pero sin examinarnos de forma compulsiva.
.-Dedicar tiempo a otras actividades, sociales, deportivas, distractoras, que nos permitan tener la mente ocupada, ya sea en el interior del hogar o al aire libre.
"Hay que saber que la ansiedad, como respuesta fisiológica al miedo, es una sensación que todos podemos experimentar, que es algo normal en la vida de las personas, que nos prepara para la acción o la huida, que es necesaria y buena para adaptarse a los problemas de la vida y superarlos pero que a veces, elevados niveles de ansiedad hacen que sea desadaptativa y perjudicial", concluye la neuropsicóloga y experta de la Clínica En Equilibrio Mental de Madrid.