MADRID 12 Ago. (EUROPA PRESS) -
Los investigadores tienen nuevas pruebas para explicar por qué el duro trabajo mental provoque cansancio y, según sus hallazgos, la razón por la que uno se siente mentalmente agotado en lugar de somnoliento por pensar intensamente es un sistema de defensa del funcionamiento cerebral.
Sus estudios, publicados en la revista 'Current Biology', demuestran que cuando el trabajo cognitivo intenso se prolonga durante varias horas, se acumulan subproductos potencialmente tóxicos en la parte del cerebro conocida como córtex prefrontal. Esto, a su vez, altera el control sobre las decisiones, de modo que se desplaza hacia acciones de bajo coste que no requieren esfuerzo o espera a medida que se produce la fatiga cognitiva, explican los investigadores.
"Las teorías más influyentes sugieren que la fatiga es una especie de ilusión que el cerebro prepara para que dejemos de hacer lo que sea y nos dediquemos a una actividad más gratificante", explica Mathias Pessiglione, de la Universidad Pitié-Salptrire de París (Francia).
"Pero nuestros hallazgos demuestran que el trabajo cognitivo provoca una verdadera alteración funcional a través de la acumulación de sustancias nocivas, por lo que la fatiga sería, efectivamente, una señal que nos hace dejar de trabajar, pero con un propósito diferente: preservar la integridad del funcionamiento cerebral", añade.
Pessiglione y sus colegas, entre los que se encuentra el primer autor del estudio, Antonius Wiehler, querían entender qué es realmente la fatiga mental. Mientras que las máquinas pueden computar continuamente, el cerebro no puede. Querían averiguar por qué ya que sospechaban que la razón tenía que ver con la necesidad de reciclar las sustancias potencialmente tóxicas que surgen de la actividad neuronal.
Para buscar pruebas de ello, utilizaron la espectroscopia de resonancia magnética (MRS) para monitorizar la química del cerebro a lo largo de un día de trabajo. Estudiaron dos grupos de personas: las que necesitaban pensar mucho y las que tenían tareas cognitivas relativamente más fáciles.
Observaron signos de fatiga, incluida una menor dilatación de las pupilas, sólo en el grupo que realizaba un trabajo duro. Los de ese grupo también mostraron en sus elecciones un cambio hacia opciones que proponían recompensas a corto plazo con poco esfuerzo. Y lo que es más importante, también tenían niveles más altos de glutamato en las sinapsis de la corteza prefrontal del cerebro.
Junto con pruebas anteriores, los autores afirman que esto apoya la idea de que la acumulación de glutamato hace más costosa la activación de la corteza prefrontal, de modo que el control cognitivo es más difícil después de un día de trabajo mentalmente duro.
Ante esta certeza, los investigadores creen que no hay forma de evitar esta limitación de la capacidad del cerebro para pensar intensamente. "Me temo que no --afirma Pessiglione--. Yo emplearía las buenas y viejas recetas: descanso y sueño. Hay buenas pruebas de que el glutamato se elimina de las sinapsis durante el sueño", asegura.
Los investigadores apuntan que puede haber otras implicaciones prácticas, como que la monitorización de los metabolitos prefrontales podría ayudar a detectar la fatiga mental severa. Esta capacidad podría ayudar a ajustar las agendas de trabajo para evitar el agotamiento. También aconseja evitar tomar decisiones importantes cuando se está cansado.
En futuros estudios, esperan saber por qué la corteza prefrontal parece especialmente susceptible a la acumulación de glutamato y a la fatiga. También tienen curiosidad por saber si los mismos marcadores de fatiga en el cerebro pueden predecir la recuperación de enfermedades, como la depresión o el cáncer.