MADRID, 23 Nov. (INFOSALUS) -
Un 2% de la población mundial está afectada por trastorno bipolar por lo que, entre personas diagnosticadas y no diagnosticadas, son casi un millón de personas sólo en España. La enfermedad tarda en diagnosticarse entre 8 y 10 años. La mitad de los afectados no saben que la padecen y de los diagnosticados sólo la mitad sigue el tratamiento farmacológico.
¿QUÉ ES EL TRASTORNO BIPOLAR O DE BIPOLARIDAD?
En el trastorno bipolar se presenta una alteración del estado de ánimo que ocasiona una elevación y descenso del mismo dentro de lo que se denominan episodios maníacos y depresivos y otros en los que presentan síntomas de ambas polaridades denominados mixtos. Un gran porcentaje de pacientes comienza con síntomas en la adolescencia y primera juventud y la mayoría de las veces la enfermedad se considera establecida en términos clínicos en la tercera década de la vida.
Según explica a Infosalus José Manuel Montes, psiquiatra y vicepresidente de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, la duración de estas fases de alteración emocional puede ser breve si se medica a tiempo y durar sólo semanas, pero si se deja su evolución natural los síntomas maníacos o depresivos pueden durar un tiempo indeterminado hasta que remitan. Cuando el tratamiento se sigue de forma adecuada los pacientes pueden vivir periodos en los que sus emociones no son patológicas y tienen un estado de ánimo normal, lo que se denomina eutimia.
DIAGNÓSTICO DEL TRASTORNO BIPOLAR
El diagnóstico es más fácil cuando se presenta la fase maníaca pero la enfermedad suele debutar con depresión y entonces es indistinguible de la depresión no bipolar. Cuando se produce en la primera juventud no se sabe si es parte de un proceso adaptativo de maduración y hay que estrechar el seguimiento sobre todo si se presentan antecedentes familiares.
Existe un conjunto de factores que si concurren junto con la depresión pueden indicar que podría tratarse de un trastorno bipolar como la edad de inicio temprana, la depresión postparto, antecedentes de bipolaridad en la familia, respuesta rápida y excesiva a los antidepresivos o síntomas atípicos como comer o dormir demasiado. Si se presentan varios de estos síntomas se puede ya sospechar que en vez de depresión unipolar se trata de un trastorno bipolar.
Junto al trastorno se presentan además comorbilidades que dificultan el diagnóstico. Los problemas más frecuentes son el abuso de sustancias, trastornos de la conducta alimentaria o ansiedad. Esta sintomatología se mantiene o se presenta larvada con síntomas residuales o previos al diagnóstico o el establecimiento clínico claro del trastorno bipolar.
INCÓGNITAS Y CERTEZAS EN BIPOLARIDAD
Se sabe que los fármacos utilizados en el tratamiento del trastorno bipolar actúan sobre los neurotransmisores que modulan la comunicación entre las neuronas y sobre el sistema límbico, el área cerebral más implicada en las emociones. Los más utilizados son los denominados estabilizadores del estado de ánimo como el litio, el valproato y la lamotrigina, así como también los antipsicóticos atípicos.
"Los antidepresivos pueden añadirse al tratamiento con un seguimiento estrecho del paciente en la fase depresiva pero hay que tener cuidado porque se puede producir un viraje, una desregulación que conduzca a una fase maníaca o incluso a la ciclación rápida de un polo a otro", explica Montes.
"El tratamiento farmacológico es indispensable y no puede ser sustituido por psicoterapia. En la actualidad ocupan también un papel fundamental los programas de psico-educación en los que se proporciona a los pacientes información sobre el trastorno, el tratamiento y las consecuencias de no seguirlo así como a manejar factores precipitantes y favorables para controlar el estado de ánimo", señala el psiquiatra.
Dentro de estos factores que interfieren en el manejo de la enfermedad se encuentran el control del estrés, aunque no se puedan controlar las circunstancias que lo generan sí se puede aprender a enfrentarlas sin tanta repercusión emocional; la importancia de seguir un ritmo regular sueño-vigilia y de la actividad física regular que ayude al descanso; no tomar sustancias que fomenten la inestabilidad; o cómo aprender a detectar los síntomas de una posible recaída y saber manejarlos.
"Lo que sí se sabe es que es un trastorno orgánico con base genética ya que se han realizado estudios en gemelos univitelinos y se ha descubierto que existe una probabilidad muy alta de que ambos hermanos lo desarrollen, aunque se hayan criado en ambientes distintos o fueran separados al nacer", aclara Montes.
En la predisposición al trastorno no existe un único gen sino que participarían varios genes lo que dificulta determinar su origen genético. "Lo que se heredaría es la predisposición y luego existen factores precipitantes que lo desencadenan como el estrés ambiental y propio, fármacos, drogas o alteraciones hormonales", explica Montes.
LA COMUNIDAD BIPOLAR
Según explica a Infosalus Guadalupe Morales, presidenta de la Fundación Mundo Bipolar, hay que importar los métodos de abordaje que se están utilizando fuera de España y contemplar la perspectiva social de la enfermedad que conlleva un estigma y una discriminación del paciente que afecta a su desarrollo como persona.
"El enfoque del tratamiento psicosocial se convierte en básico y sobre todo hay que hacer hincapié en la importancia de una detección precoz y de seguir el tratamiento", señala Morales.
El germen de la Fundación Mundo Bipolar, creada en 2004, se encuentra en el desarrollo de 'Bipolar web', iniciada en 2002 como una comunidad virtual dirigida a pacientes con trastorno bipolar que fue creciendo hasta convertirse según un estudio de la Universidad Oberta de Cataluña en el sitio de salud en Internet más visitado del mundo.
En la actualidad la fundación está centrada en la formación de formadores entorno a las necesidades clínicas, psicológicas, de 'coaching' e incluso aspectos jurídicos que pueden implicar a la enfermedad.
Aunque cada paciente presenta síntomas particulares, el gran sufrimiento ante situaciones triviales de la vida es común a todos ellos. En la fase eufórica se puede llegar a perder el contacto con la realidad en distintos grados, el más grave el de la psicosis. En los estados leves de hipomanía se puede acelerar el pensamiento, darse verborrea, falta de sueño, actividades dispersas, desinhibición sexual y sobre todo una falta de fronteras.
"Tras la fase maníaca se deben asumir las consecuencias de las acciones como las pérdidas económicas si existe un descontrol en los gastos. En otras ocasiones, la irritabilidad excesiva del paciente puede llevarle a constantes enfrentamientos con su círculo social", explica.
AYUDAR A LOS MÁS JÓVENES CON TRASTORNO BIPOLAR
Según advierte Morales, el estigma y la discriminación impiden pedir ayuda y retrasan aún más el diagnóstico. Entre amigos y familiares se produce una situación de desconcierto y sufrimiento porque no entienden qué sucede. "Si se trata de una persona joven se interrumpe su proceso vital, deja los estudios o el trabajo, los amigos se alejan cuando en realidad todo lo que le está pasando tiene solución", aclara.
Sobre el inicio de la enfermedad en los adolescentes, Morales aconseja a los padres ser conscientes de que si los vaivenes emocionales normales de la edad duran demasiado y se observan consecuencias graves de los cambios en el estado de ánimo hay que acudir a los profesionales de la salud para buscar un diagnóstico.
"Los trastornos alimentarios, la falta de higiene, el abandono de responsabilidades y de actividades lúdicas y la existencia de sufrimiento son indicios que no se pueden dejar pasar", señala Morales que apunta que en estos jóvenes la concepción del tiempo cambia porque su mente va más deprisa y pueden llegar a ser individuos muy productivos.