MADRID 25 Abr. (EUROPA PRESS) -
Los rasgos de personalidad reflejan patrones de pensamiento y comportamiento relativamente duraderos, que pueden afectar acumulativamente a la participación en conductas y patrones de pensamiento saludables y no saludables a lo largo de la vida.
Las personas organizadas, con altos niveles de autodisciplina, pueden ser menos propensas a desarrollar un deterioro cognitivo leve a medida que envejecen, mientras que las personas malhumoradas o emocionalmente inestables son más propensas a experimentar un declive cognitivo al final de su vida, según una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología en el 'Journal of Personality and Social Psychology'.
La investigación se centró en el papel que desempeñan tres de los denominados "Cinco Grandes" rasgos de la personalidad (concienciación, neuroticismo y extraversión) en el funcionamiento cognitivo en etapas posteriores de la vida.
"La acumulación de experiencias a lo largo de la vida puede entonces contribuir a la susceptibilidad de enfermedades o trastornos particulares, como el deterioro cognitivo leve, o contribuir a las diferencias individuales en la capacidad de soportar los cambios neurológicos relacionados con la edad", señala la autora principal, Tomiko Yoneda, doctora de la Universidad de Victoria.
Los individuos que puntúan alto en concienciación tienden a ser responsables, organizados, trabajadores y orientados a objetivos. Los que puntúan alto en neuroticismo tienen una baja estabilidad emocional y tienden a sufrir cambios de humor, ansiedad, depresión, dudas sobre sí mismos y otros sentimientos negativos.
Los extravertidos obtienen su energía de estar rodeados de otros y dirigen sus energías hacia las personas y el mundo exterior. Tienden a ser entusiastas, gregarios, habladores y asertivos, según Yoneda.
Para comprender mejor la relación entre los rasgos de la personalidad y el deterioro cognitivo más adelante en la vida, los investigadores analizaron los datos de 1.954 participantes en el Proyecto Rush de Memoria y Envejecimiento, un estudio longitudinal de adultos mayores que viven en la región metropolitana de Chicago y el noreste de Illinois.
Los participantes, sin un diagnóstico formal de demencia, fueron reclutados en comunidades de jubilados, grupos religiosos e instalaciones de viviendas subvencionadas para personas mayores, a partir de 1997 y hasta el presente. Recibieron una evaluación de la personalidad y aceptaron evaluaciones anuales de sus capacidades cognitivas. El estudio incluyó a los participantes que habían recibido al menos dos evaluaciones cognitivas anuales o una evaluación antes de la muerte.
Los participantes que puntuaban alto en concienciación o bajo en neuroticismo eran significativamente menos propensos a progresar de una cognición normal a un deterioro cognitivo leve en el transcurso del estudio.
"Conseguir aproximadamente seis puntos más en una escala de concienciación que va de 0 a 48 se asoció con un 22% menos de riesgo de pasar de un funcionamiento cognitivo normal a un deterioro cognitivo leve --señala Yoneda--. Además, anotar aproximadamente siete puntos más en una escala de neuroticismo de 0 a 48 se asoció con un riesgo 12% mayor de transición".
Los investigadores no encontraron ninguna asociación entre la extraversión y el desarrollo final del deterioro cognitivo leve, pero sí descubrieron que los participantes que puntuaban alto en extraversión -junto con los que puntuaban alto en concienciación o bajo en neuroticismo- tendían a mantener un funcionamiento cognitivo normal durante más tiempo que los demás.
Por ejemplo, se calcula que los participantes de 80 años que tenían un alto nivel de conciencia vivían casi dos años más sin deterioro cognitivo en comparación con los individuos que tenían un bajo nivel de conciencia. Se estima que los participantes con un alto nivel de extraversión mantienen una cognición saludable durante aproximadamente un año más.
En cambio, el neuroticismo alto se asoció con al menos un año menos de funcionamiento cognitivo saludable, lo que pone de manifiesto los daños asociados a la experiencia a largo plazo del estrés percibido y la inestabilidad emocional, según Yoneda.
Además, los individuos con menor neuroticismo y mayor extraversión tenían más probabilidades de recuperar una función cognitiva normal tras recibir un diagnóstico previo de deterioro cognitivo leve, lo que sugiere que estos rasgos pueden ser protectores incluso después de que un individuo comience a progresar hacia la demencia. En el caso de la extraversión, este hallazgo puede ser indicativo de los beneficios de la interacción social para mejorar los resultados cognitivos, según Yoneda.
En el estudio no se observó ninguna relación entre ninguno de los rasgos de personalidad y la esperanza de vida total.
Yoneda apunta que los resultados son limitados debido a la composición principalmente blanca (87%) y femenina (74%) de los participantes. Los participantes también tenían un alto nivel de estudios, con una media de casi 15 años de educación.
Añade que es necesario investigar en el futuro con muestras más diversas de adultos mayores e incluir los otros dos grandes rasgos de la personalidad (amabilidad y franqueza) para que sean más generalizables y proporcionen una comprensión más amplia del impacto de los rasgos de la personalidad en los procesos cognitivos y la mortalidad más adelante en la vida.