MADRID, 9 Feb. (EDIZIONES) -
Cada vez hay más contagios de COVID-19 especialmente entre los niños, quienes pueden vacunarse frente a esta infección desde los 5 años. Son muchas las dudas que los padres tienen hoy frente a esta vacuna y sobre sus últimas recomendaciones, que además han cambiado recientemente. Vamos a intentar aclararlas con la ayuda de dos expertos.
En concreto, el pasado 25 de enero cambiaron de nuevo las recomendaciones sobre la vacunación en los menores de 5 a 11 años por parte de la Comisión de Sanidad Pública (Ministerio de Sanidad y comunidades autónomas).
A partir de ahora, los niños que se hayan contagiado y no tuvieran vacuna solo deberán tener una sola dosis; mientras que los menores de entre 5 y 11 años que ya contaban con una dosis y se han infectado poco después deberán ponerse la segunda dosis de la vacuna en un periodo de, al menos, 8 semanas entre la infección y la segunda dosis.
Alfredo Corell es catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid y le preguntamos en Infosalus el sentido de estas nuevas decisiones por parte de las autoridades.
Según remarca, se ha establecido que los niños que se han infectado sin tener ninguna vacuna puesta solo reciban una sola dosis frente a la infección de COVID-19 porque tras sufrir la enfermedad el menor ya cuenta con una dosis natural; y por lo que solo será necesario una dosis de la vacuna a las ocho semanas de la infección, al menos.
Ahora, bien, si tras la primera dosis se han infectado cambia la situación: "Si la dosis y la infección se producen en un lapso breve de tiempo, en menos de 10 días entre una y otra, entonces hay que considerar que es la misma dosis. Entonces, en este caso, sí se recomendaría una segunda dosis pasadas las 8 semanas".
No obstante, lamenta que la decisión adoptada por la Comisión de Sanidad pública no contemple si la primera dosis y la infección se han producido con más de dos semanas de diferencia. "En este caso, si han pasado más de diez días entre la dosis y la infección, probablemente, habría que considerar la infección como una dosis. Pero claro, esto complica la logística y lo hace personalizado. Lo ideal sería que el pediatra decidiera cómo ha sido el ritmo de dosis y de infección, y si conviene o no poner una segunda dosis. Cada caso es un mundo y esto habría que testarlo y medirlo", defiende Corell.
UN ESTÍMULO AMPLIO
Mientras, el colaborador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), el pediatra Ángel Hernández Merino, explica en este sentido que la pauta vacunal varía en los niños porque, por un lado, cuando la infección ocurre antes de la primera dosis la persona recibe un estímulo antigénico, "amplio, extenso y más potente" porque se enfrenta a múltiples antígenos que contiene el virus de forma natural. "Entonces el sistema inmune reconoce todos y responde al conjunto de antígenos que lleva el virus", precisa.
La vacuna, por el contrario, según prosigue, lleva el antígeno principal, el de la proteína S, pero solo contiene este antígeno, de modo que cuando ocurre primero la infección el sistema inmune desarrolla una respuesta amplia y potente a un conjunto de antígenos; y después, si la persona recibe una dosis de la vacuna ocurre una respuesta potenciada hacia ese antígeno, que es el principal implicado en la infección del virus. "El resultado final de un primer estímulo amplio y potente, y uno segundo más especifico y potente, es una inmunidad robusta y se supone que duradera, y sería el resultado de la llamada inmunidad hibrida de una infección y una vacuna después", aclara el experto.
No obstante, precisa que si primero hay una dosis vacunal, y después se contrae la infección, el resultado final "puede no ser el mismo en potencia y amplitud de la respuesta inmune", aunque también puntualiza que "esto está basado en algunos datos empíricos que no son muy robustos, cuestionados en algunos casos, pero sí que se maneja como idea de mayor probabilidad".
"Ocurre que si la vacuna viene antes que la infección, el sistema inmune se prepara para responder frente al antígeno de la proteína S, que es el que contiene la vacuna, y si la infección ocurre después pues el sistema inmunológico se enfoca nuevamente a la proteína S, y el resultado final puede ser menos amplio y menos potente. Además, para que un segundo estímulo antigénico actúe como refuerzo del inicial pues hace falta que pase un cierto tiempo", subraya el doctor Hernández Merino.
Así, coincide con Corell en que si una persona vacunada se infecta a los pocos días con ómicron, esta infección tiene lugar cuando todavía el sistema inmune no ha desarrollado todo el conjunto de respuestas o de procesos de respuesta inmunes. "Con lo cual el resultado final puede no ser tan potente como si fuera al revés, o como si los dos eventos se separaran en el tiempo. Cuando dos estímulos antigénicos ocurren en una persona el segundo actúa de refuerzo del primero, pero para ello tiene que haberse desarrollado la respuesta al primer estímulo", sostiene.
Aquí el colaborador del Comité Asesor de Vacunas de la AEP incide en que lo recomendable, a su vez, es que pasen al menos dos semanas entre la infección y la dosis de la vacuna. "Es importante que pasen, al menos, 8 semanas. Creemos que probablemente algo más de tiempo entre una dosis y otra, o entre la infección y la dosis, pudiera ser mejor pero tiene que ser comprobado con más estudios y mayor experiencia", apunta Hernández Merino.
POR QUÉ SÍ VACUNAR A LOS NIÑOS FRENTE A LA COVID
Aunque la COVID-19 por regla general en los niños es una enfermedad leve, este experto insiste en último lugar en que sigue siendo importante su vacunación porque "es una enfermedad banal pero no en todos" y pasa como con otras muchas infecciones, salvando las diferencias, como el sarampión, o la polio, patologías leves en la mayoría de niños, "pero no en todos".
"Cuando decimos que es una enfermedad leve en la mayoría estamos diciendo también que en algunos niños no lo es. Por tanto, si hay una medida preventiva que sea segura para todos, que podamos poner en marcha de forma universal, o en algunos grupos de riesgo o en algunas enfermedades, entonces es conveniente y oportuno ponerla en marcha para evitar esos pocos casos donde los niños sufren formas graves de la enfermedad, que los hay", insiste.
Recuerda que en el caso de la COVID las diferencias entre los casos de enfermedad grave y muerte entre niños y otros grupos de mayor edad es "abismal", si bien afirma que esto no quiere decir que sea banal en todos los niños. "Hay algunos que sufren formas graves, hay una cantidad importante, centenares de niños que desde comienzo de la pandemia han necesitado ingreso hospitalario, o en UCI, y es también importante el número de niños fallecidos por COVID-19, que suma varias decenas fallecidos, son pocos en comparación con cifras de adultos, pero no son pocos y son muy importantes", alerta.
De acuerdo con el último informe emitido por el Ministerio de Sanidad sobre la situación de COVID-19 en España, a fecha de 26 de enero de 2022, en España desde el inicio de la pandemia han requerido hospitalización un total de 9.695 niños entre los 0 y los 19 años, 548 ingresos en UCI, y ha habido un total de 44 muertes por esta patología en menores.
Por otro lado, el pediatra resalta que aún estamos a la espera de que los menores de 4 años a 6 meses puedan vacunarse frente a la COVID, de momento se está estudiando, al tiempo que hay que esperar a cómo evoluciona la pandemia, el virus y ómicron. "La vacunación tiene que estar implicada en la situación de la pandemia del momento", sentencia.