MADRID, 20 Nov. (EUROPA PRESS) -
El riesgo de coágulos sanguíneos, y, en consecuencia, el desarrollo de trombos, aumenta con la cantidad de tiempo que se pasa viendo la televisión, incluso si las personas realizan la cantidad recomendada de actividad física, según concluye una investigación de la Universidad de Vermont, en Estados Unidos, presentada en las Sesiones Científicas 2017 de la Asociación Americana del Corazón, que se celebran en Anaheim, California, Estados Unidos.
"Ver la televisión en sí no es malo, pero solemos comer algo y quedarnos quietos durante periodos prolongados mientras la miramos", advierte la coautora del estudio, Mary Cushman, profesora de Medicina en la Facultad de Medicina Larner de la Universidad de Vermont, en Burlington, Estados Unidos.
Ver la televisión de manera prolongada ya se ha asociado con enfermedades cardiacas que bloquean las arterias, pero, según los autores, éste es el primer estudio en una población occidental que analiza los coágulos sanguíneos en las venas de las piernas, los brazos, la pelvis y los pulmones conocidos como tromboembolismo venoso o TEV.
Entre 15.158 participantes de mediana edad (45-64 años) en el Estudio de Riesgo de Aterosclerosis en Comunidades, los investigadores encontraron que el riesgo de desarrollar un tromboembolismo venoso por primera vez era 1,7 veces más alto en aquellos que informaron que veían la televisión "muy a menudo" frente a aquellos que miran televisión "nunca o rara vez".
También hubo un riesgo 1,8 veces más de TEV en los participantes que cumplieron con las pautas recomendadas para la actividad física e informaron de que veían la televisión "muy a menudo", en comparación con aquellos que dijeron haber visto la televisión "nunca o rara vez".
Incrementó con más visualización de TV tanto para coágulos potencialmente mortales en las extremidades como en los pulmones; y aunque la obesidad era más común en las personas que veían más televisión, en el estudio solo un 25 por ciento del aumento del riesgo podría explicarse por la presencia de obesidad.
Se estima que cada año, entre 300.000 y 600.000 personas en Estados Unidos desarrollan tromboembolismo venoso, por lo que es el diagnóstico vascular más común después de un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular. Aunque el tromboembolismo venoso es más común en personas de 60 años o más, puede ocurrir a cualquier edad. Además de evitar la televisión prolongada, se puede reducir el riesgo de tromboembolismo venoso manteniendo un peso saludable y estando físicamente activo.
"Los profesionales de la salud deben tomarse tiempo y preguntar a los pacientes sobre su estado físico y su vida sedentaria, como, por ejemplo, cuánto tiempo pasan sentados frente a la televisión o delante de un ordenador", dice Cushman. "Si tiene un mayor riesgo de tromboembolismo venoso debido a una operación reciente, embarazo o parto reciente, cáncer o un coágulo previo, su médico puede recetarle anticoagulantes o recomendarle que use medias de compresión", añade.