MADRID, 25 Jun. (EDIZIONES) -
Todos somos susceptibles de padecer piedras o cálculos en el riñón, según advierte la presidenta de la Sociedad Española de Nefrología, la doctora Patricia de Sequera. Dice que es una enfermedad muy frecuente, y que la padece, aproximadamente, del 5 al 10% de la población, al menos con algunos síntomas, antes de los 70 años de edad.
"Y los niños también pueden padecerla, aunque en ellos sea menos frecuente. Aparece en algunos niños en los que se estudia el porqué de su habitual dolor en el vientre, o dolor al orinar, o rastros de sangre en la orina. Son piedrecillas que se les han formado en el riñón. Normalmente se trata de niños con antecedentes familiares. La tendencia a que se formen piedras se hereda", informa la también jefa de Nefrología del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid, durante una entrevista con Infosalus.
¿Por qué tener cuidado ahora en verano con ellas? Sin duda, esta especialista indica que en las épocas más calurosas del año, especialmente en verano, con el calor que hace, hay que hidratarse más.
"Es muy importante que la cantidad de orina sea elevada para disminuir la concentración de estas sales disueltas y, por tanto, la probabilidad de que las sales se acumulen, se agreguen y precipiten. Cuando bebemos poco y sudamos mucho, situaciones que se dan más en verano, tenemos menos agua en el organismo. Con ello, el riñón intenta ahorrar agua, y la orina nos sale muy concentrada, muy amarilla. Debemos conseguir que, en general, nos salga clara", añade.
CÓMO SABER QUE TENEMOS UNA PIEDRA EN EL RIÑÓN
La doctora Sequera, en este punto, recuerda que la mayor parte de las piedrecillas en el riñón no producen síntomas, por lo que, salvo que el médico los detecte cuando haga alguna radiografía y los vea, lo más seguro es que pasen inadvertidos para el médico y para el paciente. "Solo nos damos cuenta de que existen cuando aparece el dolor. Es lo que se llama entonces tener un 'cólico nefrítico", avisa.
Se trata, según describe, de episodios que cursan con dolor agudo, intenso, en la zona lumbar, y que irradia hacia los genitales. Dice que, en ocasiones, se presenta acompañado de sangre en la orina. "El dolor suele ser realmente intenso. Algunas de las mujeres a las que he atendido, lo comparan con el dolor del parto, y algunas ¡hasta prefieren este último!", reconoce Sequera.
En concreto, explica que las piedras en el riñón se forman por un mecanismo físico-químico: "Según cada persona, en su orina puede haber más o menos calcio, oxalato, fosfato o ácido úrico; unas sales sólidas y disueltas que, en condiciones determinadas, y si lo están a concentraciones elevadas, se favorece su acumulación y agregación y, por tanto, la formación de estas piedrecillas. Por poner un ejemplo coloquial, casi como los depósitos de cal en las cañerías".
FACTORES QUE FAVORECEN SU FORMACIÓN
Fundamentalmente, la presidenta de la Sociedad Española de Nefrología advierte aquí de que su formación se favorece por el aumento de la concentración de estas sales en la orina, fruto de un exceso de sales, o bien por una escasez de líquido.
"Por eso, a las personas que tienen cálculos, o tendencia a tenerlos, se les recomienda beber mucha agua. Lo explico con un ejemplo que les cuento a mis pacientes en consulta: si tenemos una cantidad de sal determinada y, en lugar de disolverla en un vaso de agua, lo hacemos en un cubo de 3 litros, la concentración de esta será mucho menor y las probabilidades de que queden restos de sal en el fondo del recipiente, será menor; estos restos son las piedrecillas o cálculos", detalla la doctora Sequera.
A su vez, reconoce que también existe una predisposición familiar heredable; de forma que hasta el 40% de las personas que padecen cálculos renales tienen algún familiar directo que también los tiene o los tuvo.
Otros factores que también los favorecen, según prosigue, son algunas alteraciones del metabolismo, cambios en la acidez de la orina, o bien una disminución en la concentración de los inhibidores urinarios de la cristalización, o de la agregación cristalina, como es el caso de la 'hipocitraturia', si bien afirma que esto ya son aspectos muy técnicos.
¿PELIGROSAS PARA NUESTRA SALUD?
Pero que no cunda el pánico porque no tienen por qué ser peligrosas para nuestra salud, según incide la doctora Sequera: "El cálculo está alojado en el riñón y no produce síntomas. Ya he dicho que algunos se diagnostican de forma casual, cuando se hace una radiografía por algún otro motivo, y aparecen, en la imagen, unas formas redondeadas y blanquecinas, en la zona renal o en las vías urinarias".
Eso sí, subraya que el peligro solo aparece cuando estas piedras obstruyen estas vías. "Cuando alguno de estos cálculos, alojados en el riñón, se mueven y quedan atrapados obstruyendo el uréter (una especie de tubito que lleva la orina del riñón a la vejiga) e impidiendo el paso de la orina. Ahí es cuando se produce el dolor, casi siempre muy intenso. Por supuesto, otra complicación importante es la posible infección", agrega.
CÓMO EVITAR SU FORMACIÓN
En última instancia, la presidenta de la Sociedad Española de Nefrología y jefa de Nefrología del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid enumera una serie de recomendaciones o consejos para evitar la formación de cálculos o de piedras en el riñón:
1.- Beber mucha agua. Es el primero y más importante, por lo que ya he comentado. En especial, en ambientes calurosos o cuando se realiza ejercicio físico y se suda mucho, o cuando tengamos fiebre elevada, o cuando sufrimos grandes pérdidas de líquido, como en casos de diarreas importantes. Hay que mantener un volumen de orina superior a los dos litros diarios, por lo que, si tuviésemos 1,5 litros de pérdidas, tendríamos que beber al menos 3,5 litros.
2.- Tener hábitos alimentarios saludables. No abusar de alimentos ricos en proteínas animales. No abusar de la sal, ni de los dulces. Tener una dieta variada y no abusar de nada.
3.- Ya dependiendo de la composición específica del cálculo de cada persona, y la causa del mismo, se pueden dar consejos precisos en cada caso.
En última instancia, la nefróloga destaca que, con frecuencia, estos dolores abdominales intensos, o cólicos, vuelven a aparecer recurrentemente al cabo del tiempo. De ahí que, según afirma, las estadísticas nos dicen que hasta en un 50% de las personas que han presentado un cólico alguna vez, acabarán por tener algún otro. "Es una enfermedad de recaídas frecuentes. En estos casos de recurrencia, es conveniente realizar un estudio específico del caso, para intentar averiguar la causa, y evitar, en la medida de lo posible, estas recaídas", sentencia la doctora Patricia Sequera.