Según explica, en la Unión Europea, incluyendo España, está prohibido el uso de hormonas para estimular el crecimiento, o el engorde de animales de granja. Esta normativa lleva más de 40 años en vigor, garantizando que la carne y la leche que consumimos no contengan residuos de estas sustancias. "Desde 1981, con la Directiva 81/602/CEE y posteriormente el Reglamento 1831/2003, sólo se permite el uso de hormonas en casos muy específicos, como tratamientos veterinarios terapéuticos o zootécnicos, por ejemplo, para inducir el celo en animales reproductores. En estas situaciones, el uso está estrictamente regulado y debe respetarse un periodo de supresión, que asegura que no queden residuos en los productos destinados al consumo humano", asevera el también director de la Cátedra de Seguridad y Sostenibilidad Alimentaria de la Universidad de Murcia.